Jesús en la Crucifixión. Poema de Semana Santa
Era la tarde sombría
cuando la promesa se cumpliría,
Cuanto sufrimiento, cuanto dolor
encerraba aquella escena de horror.
Lo azotaban y El amaba
lo escarnecían y El perdonaba.
Nunca antes nadie padeció
semejante dolor por amor.
Con cada gota de sangre que brotaba
de su cuerpo maltratado,
vidas a gran precio compraba
y vida eterna les aseguraba.
No bastó tan extrema humillación
para dejar en paz al Señor,
Un madero con debilidad cargó
y en el camino la burla sufrió.
Tan débil, tan humano era
que su cruz no pudo soportar
Un hombre la llevó al Calvario
y la etapa final solo iba a comenzar.
Con su cuerpo cansado y desfalleciente
y la multitud detrás como espadas ardientes
en el rústico madero lo acostaron
y los clavos en las manos tomaron.
Cada clavo que su cuerpo penetraba
era una tortura cruel que recibía
y la sangre que así se derramaba
limpiaba almas, sanaba vidas.
Cuando la cruz levantaron
se levantó el vicario por mí.
en mi lugar se entregaba
al Hijo de Dios que me amaba.
A su Padre clamó a gran voz
que perdonara a esa multitud
que gran amor mostró Dios
de entregar a su único Jesús.
Cuánto pecado llevó el Señor
que hasta su Padre lo desamparó
el mundo liberación recibió
porque este hombre lo amparó.
Ni los clavos, ni el madero
para los hombres bastaron
su cuerpo ya inerte castigaron
con espada lo traspasaron.
Nadie jamás ha sufrido como El
ni otro en este mundo habrá
Cada cual su pecado lleva atrás
pero no el pecado de los demás.
Cuando sufro no es siquiera
el dolor que una espina causaba,
Cuando lloro no es siquiera
una lágrima que de sus ojos brotaba.
Mi consuelo es siempre él
sé que entiende mi aflicción
mucho más él sufrió
y de mí tiene compasión.
por Mery Bracho
Este poema puede ser recitado por varias personas, con 1 o 2 párrafos para cada uno.
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