De vez en cuando, Dios hacía un milagro en el estanque “Betesda”, pero era para aquél que pudiera entrar primero al estanque luego que el ángel de Dios pasaba y movía el agua.
Una multitud de enfermos estaban alrededor del estanque. Los que tenían ventaja para ser sanados eran los que podían ver y caminar ya que lograban llegar primero. Jesús pudo haber sanado a toda esa multitud pero él escogió a este hombre que tenía 38 años paralítico.
Jesús le pregunta al enfermo si quiere ser sano pero éste no le respondió “Si” como cualquiera hubiera pensado, más bien le refirió el problema que tenía para ser sanado. No tenía quien lo acercara al estanque. El hombre no conocía a Jesús, ni sabía de sus milagros porque de otra manera hubiese respondido afirmativamente al instante. Sin embargo, él había sido el escogido para que Dios mostrara su poder, pese a su desesperanza.
Tres órdenes le son dadas al paralítico.
1. Levántate. En 38 años no se había podido levantar. El estar de pie le permitía ver el mundo desde otro punto de vista, había un horizonte adelante por descubrir.
2. Toma tu lecho. Le pide que agarre el acompañante que había tenido hasta ahora, su camilla, para que todos se dieran cuenta de lo sucedido.
3. Anda. Los milagros hechos por Dios son completos. El hombre caminó y fue testimonio visible de la obra de Jesús. La gente que lo había observado antes podía notar la diferencia.
El hombre ya curado fue al templo. Allí se encontró con Jesús y conoció a quien le devolvió la vida.
El mundo está lleno de enfermos espirituales con problemas diversos, pecado, temores, desobediencias, falta de compromiso.
Un problema de 38 años. Cuántas cosas no pensaría, cuantos días sin esperanza. Postración, inactividad, pesimismo, frustración.
Y a ti ¿Qué es lo que te paraliza? ¿Tu pasado, el pecado, o temores, o el miedo al fracaso?
Dios es personal. De entre la multitud escogió a uno para mostrar su poder. Dios te ha escogido a ti, porque él te conoce personalmente. Dios quiere actuar en ti.
El Señor te pregunta: ¿Quieres ser sano? Él sabe que lo necesitamos pero quiere escuchar un sí.
Aunque a veces seamos como el paralítico que no contestó la pregunta sino que se centró fue en el problema y no en la solución que tenía por delante, el Señor nos sana con su gran poder.
Se obediente y haz lo que él te diga, en oración, por la Biblia o en las circunstancias.
Levántate. Un soldado de pie es un soldado alerta, que puede ver por dónde viene el enemigo y evitar una estocada o lanzar una ofensiva. De pie se ve lo que está por delante para no caer. De pie podemos vislumbrar el horizonte que Dios nos tiene preparado. De pie estamos listos para caminar o correr cuando sea necesario. No hay flojera, hay firmeza y diligencia.
Toma tu lecho.
Anda. Actúa, muévete, demuestra lo que Dios ha hecho en ti.
Por Mery Bracho
Milagro de Jesús: El paralítico de Betesda
Juan 5:1-18
Miedo al desafío, al fracaso. Miedo, temor al riesgo. Un amigo con problemas. Aliento de la Biblia en problemas. Ánimo, reto a seguir adelante.
foto cortesía de joana franca